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No habrá paz en la región de los Grandes Lagos de África si las mujeres no tienen derechos

El viernes 3 de febrero, a las 19:30h, la Parroquia de Santa Anna de Barcelona acogió un buen grupo de personas que fuimos a escuchar el testigo impactante de la abogada y activista congoleña Yvette Mushigo, de 45 años, casada y madre de 4 hijos.

Desde 2004, la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda y Burundi, que forman parte de la región de los Grandes Lagos de África, están en conflicto armado permanente. Los intereses económicos de potencias extranjeras que explotan las riquezas naturales de esta región -especialmente diamantes, uranio y coltán- son causa de las luchas en esta región; se añade las luchas étnicas de estos pueblos y la presencia de grupos armados en las tribus y cerca de las minas; estos grupos armados han hecho de la violación a las mujeres una arma de guerra. Desde el año pasado, el grupo armado Movimiento 23 de Marzo (M23), manipulado por Rwanda, según el Gobierno congoleño y la ONU, ha conseguido ocupar una parte del territorio de Kivu del Norte, al este del país. Todo ello provoca violencia, muerte y desplazamiento de tribus enteras, en especial de mujeres y niños. Este largo tiempo de conflicto ha provocado más de 5,6 millones de personas desplazadas al país, una cifra récord a África y una de las más elevadas del mundo. La fuga de la población ha provocado la interrupción de varios programas de atención a las mujeres. “En algunos puntos del este del país la gente se ha ido y el que habíamos construido con estas personas se ha esfumado. Ahora nos planteamos qué hacer: seguimos los desplazados en su camino? Empezamos desde cero en otro pueblo?”, se pregunta el activista, alertando también que las mujeres son especialmente vulnerables en estos viajes en que no hay a menudo ninguna asistencia por parte del Estado, cosa que aumenta los riesgos de violencia sexual.

Mushigo, coordinadora de la organización Synergie des Femmes pour la Paix et la Réconciliation (Sinergia de las Mujeres para la Paz y la Reconciliación, SPR),que une más de 40 entidades humanitarias de la RDC, Burundi y Ruanda, recibirá a Madrid, el 4 de mayo, el premio “Mundo Negro a la Fraternidad” 2022. Este organismo ha sido creado el 2005 como una iniciativa regional de Pax Christi. Su objetivo es construir la paz y la reconciliación en esta región y promover los derechos de las mujeres. Yvette Mushigo està convencida que “No habrá paz si las mujeres no tienen derechosPara muchos hombres de su región el hecho que las mujeres conozcan sus derechos supone un peligro, porque los desautoriza y pierden poder y privilegios; por lo tanto, prohíben a las activistas que hablen a sus mujeres. Mushigo recorre este complicado camino hace años; ella y otros representantes de la organización han tenido miedo, han salido huyendo de ciertos pueblos y se han visto señaladas y perseguidas por haber revolucionado las mujeres.

Pero el cierto es que las mujeres tienen en general un peso psicológico que los impide hablar, sonreír, denunciar. Por las chicas jóvenes todavía es peor; al ser violadas, la comunidad donde viven las desprecia.

Hay que instruir las mujeres, los hombres -sobre todo los jóvenes- y las autoridades, para ir cambiando la mentalidad de la sociedad y del Estado. El Gobierno no ha entendido que tiene que proteger los derechos de las mujeres. La esperanza de Mushigo son las elecciones locales, previstas y pospuestas desde hace tiempos por razones diversas, porque pueden permitir que mujeres que ya son líderes de facto en sus comunidades accedan a cargos públicos. La SPR encuentra espaldarazo en Comisiones de Justicia y Paz, en la Conferencia Episcopal de Burundi, pero en sus declaraciones no hay las voces de las mujeres. Otro aspecto de la sociedad que hay que cambiar es la cuestión del matrimonio. En general las uniones son de hecho, sin reconocimiento civil Uno de los esfuerzos de la SPR es convencer la población que se casen por el civil, porque de lo contrario las mujeres e hijos no tienen ningún derecho, al morir el hombre.

Mushigo continúa con firmeza su trabajo por el reconocimiento del derecho de las mujeres. Pero el conflicto interminable y la inseguridad han hecho que organizaciones internacionales salgan del país y que la ayuda humanitaria se reduzca, cosa que es “una tragedia para la población”. Dice: “Los que nos ayudan desde fuera están cansados y desmoralizados por esta sensación de tener que volver a empezar siempre. Nosotros también estamos hartas. Yo intento no sucumbir y concentrarme en la cantidad de trabajo que me queda, en cómo encararlo y hacerlo mejor”.

El pueblo congoleño es creyente y, a pesar de todo, vive con esperanza y reza.

Este mes de febrero hemos visto, en la visita del Papa Francisco a la RDC, (visita que ha sido muy poco comentada por los medios de comunicación nacionales e internacionales) que el Papa ha hecho un encuentro en Kinshasa con víctimas de la violencia en el sur del país, y como ha manifestado su ternura hacia estas víctimas y ha denunciado la violencia provocada por la ambición.

Montserrat Martínez

Secretaria de ACAT