ACAT (Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura) es una asociación ecuménica que reúne cristianos de todas las confesiones, para luchar para la abolición de la tortura, la pena de muerte y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes. Los cristianos nos comprometemos a luchar por un mundo sin tortura, porque este azote es incompatible con la dignidad humana. Es en el evangelio donde encontramos nuestra fuerza para la acción. La fe en el Cristo muerto y resucitado nos da la fuerza de esperar y de actuar para la abolición de la tortura.
El 1974, dos mujeres protestantes, Hélène Engel y Edith du Tertre, trastornadas por los relatos de la tortura durante la guerra del Vietnam, deciden sensibilizar las Iglesias cristianas ante el escándalo de la tortura. Indignadas por el silencio de los cristianos, constituyen un grupo ecuménico a fin de alertar todas las Iglesias.
Su proyecto encuentra una acogida favorable: ¡Ya era hora que se pusieran los cristianos!, se decía desde Amnistía Internacional. También el Consejo Ecuménico de las Iglesias y otras organizaciones, en Francia, habían empezado a quitarse el sueño por el aumento de la tortura en muchos países; entonces se hablaba de una epidemia de la tortura.
El 16 de junio de 1974, unas cuarenta personas se reunieron en Versalles y fundaron ACAT. Legalmente, es una institución y, sobre todo, es un movimiento de protesta y denuncia contra el poder torturador.
ACAT hace un llamamiento a las personas que sientan suya esta causa, para trabajar juntas en una dura misión, comprometiéndose, día a día, en el intento de poner fin al escándalo de la tortura.
ACAT nace en el Estado español el 1987 y es una institución reconocida legalmente.